viernes, 5 de julio de 2013

El suelo y su influencia en el vino

La geología y la topografía son sumamente importantes para la cultura vitivinícola francesa y europea en general.
En Francia fueron los monjes a partir del siglo V quienes descubrieron la gran variedad de suelos y su influencia sobre el vino. Ellos  lograron establecer los mejores terruños ya que descubrieron el vínculo que existía directamente entre el tipo de suelo dónde se elaboraba el cultivo y las características del vino proveniente de dicho suelo; de hecho es gracias a ellos que hoy en día tenemos las denominaciones de origen.
Estos monasterios estaban situados principalmente en la región de Borgoña, una de las regiones que cuenta con la diversidad más grande de suelos en Francia.

Los diferentes tipos de suelo que podemos encontrar en el territorio francés vienen a continuación, pero sus características aplican a los viñedos en general.
Las fotos de los suelos se encuentran en la parte final de la columna.

Calizo o calcáreo: su nombre proviene de "cal" ósea la tiza.
Es un tipo de suelo formado por partículas de roca de origen marino, el cual se caracteriza por transmitir aromas minerales al vino como lo son los aromas de roca, yodados, de mar, además de brindar un sabor muy fresco en boca debido a su alta acidez. Este es el suelo típico de la Champaña y de la AOC Chablis de la región Borgoña y es el suelo ideal para el Chardonnay.

Arcilloso: este suelo está conformado principalmente por tierra, aunque también puede contener algunas piedras. La arcilla le da cuerpo y potencia al vino. Este suelo es bastante fértil. Es el suelo que más le conviene a la cepa Merlot ya que controla su instinto natural de maduración y  de alta producción de alcohol.

Pedregoso: este suelo está conformado por una alta proporción de piedra y su origen está en que fueron piedras dejadas con el paso de ríos que luego desaparecieron o cambiaron de curso. 
La piedra tiene la facultad de retener el calor durante el día y liberarlo por la noche, lo que tiene el efecto de acelerar la maduración de las uvas.
Este es el suelo de predilección para el Cabernet Sauvignon en Burdeos, ya que le permite una excelente maduración y como resultado un vino menos astringente.

Sílex: es un mineral de la misma familia que el cuarzo. Los vinos producidos sobre este suelo tienen aromas minerales y de chispa, aroma que recuerda la pólvora o cañón de fusil.
El Sauvignon Blanc del Valle del Loira, en los pueblos de Sancerre y Pouilly Fumé es altamente apreciado cuando se cultiva sobre estos suelos.

Pizarra: es el mismo material del que están hechos los tableros.
Es una roca de aspecto hojaldrado que resultó de la compresión de placas de arcilla que fueron expuestas a un calor extremo. Este suelo le da al vino aromas finamente ahumados y notas de grafito, que asociamos al aroma de la mina de lápiz.

Granito: Resulta de la solidificación de magma con alto contenido de silicio. Los granitos provienen de magmas y los magmas de la fusión de rocas en la corteza o el manto terrestre, en resumen es un suelo de origen volcánico.
Este suelo le da al vino aromas especiados, de grafito y ahumados. Este suelo lo encontramos principalmente en las zonas antiguamente volcánicas como lo es el norte del Valle del Ródano y el Beaujolais y es ideal para las cepas Syrah y Gamay.

Arenoso: es el suelo que está compuesto principalmente de arena.
Le da al vino suavidad y redondez en boca. Lo encontramos en viñedos ubicados cerca del mar mediterráneo.
Este suelo tiene la particularidad de haber protegido los cultivos de vides de la peor plaga en la historia vitivinícola, llamada filoxera.

Ya podrán dejar volar la imaginación y pensar qué puede pasar cuando  dos o más tipos de suelo se mezclan… ésta es la magia del vino y cuando degustamos una botella de vino que expresa su lugar de origen es una experiencia que no se puede dejar pasar.



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